jueves, 7 de julio de 2011

EL PP DEMUESTRA OPORTUNISMO Y FALTA DE ELEGANCIA POLITICA

           
El pasado sábado, 2 de julio, un vecino de Bustarviejo irrumpió en la Plaza de la Constitución de nuestro pueblo conduciendo su vehículo, sin respetar la prohibición de circulación que estaba vigente desde primeros de mes, por orden del Alcalde. A esta vulneración flagrante de la legalidad se añadieron dos agravantes particularmente inquietantes. El vecino circulaba a gran velocidad y, aún mucho peor, sostenía a su hijo de corta edad entre su cuerpo y el volante del automóvil.
                El concejal miembro del equipo de gobierno, José Carlos González, en el ejercicio de sus responsabilidades como cargo público, le hizo ver lo inapropiado de su actitud. El conductor, lejos de remitir en su actitud, agredió al concejal de forma reiterada y alevosa. Tras la intervención de los vecinos, el agresor se alejó del lugar. Pero regresó minutos después y volvió a atacar a nuestro compañero en el gobierno municipal, además de exhibir una conducta desafiante e incívica y pavonearse de haber “dado una paliza a un concejal”.
                El concejal José Carlos González, en una actitud seria y responsable, puso estos hechos en conocimiento de la Guardia Civil y formuló la correspondiente denuncia. De todo esto, informó convenientemente al equipo de gobierno que, en su habitual reunión de los lunes, expresó al concejal nuestro apoyo, solidaridad y simpatía y consideró impecable su actuación,  en cada momento del incidente.
                Sin pretender añadir mayor dramatismo y trascendencia a lo acontecido, confiamos en  que nuestro sistema policial y judicial resuelva de la forma más apropiada este asunto desagradable.
                Sin embargo, al día siguiente, el partido de la oposición nos sorprendió con una nota en su blog, en la que definía lo ocurrido como “un altercado entre un concejal y un vecino”.
                El PP, de forma incomprensible e irresponsable, equiparaba al agresor y al agredido, al presentar lo ocurrido como una “trifulca”, en la que el concejal aparecía como tan responsable de la violencia como el vecino en cuestión.
                La versión propalada por el PP está cargada de prejuicios y dominada por una precipitación incomprensible.
                Caben dos hipótesis para explicar esta sorprendente conducta de la oposición. O bien los dirigentes municipales del PP no estaban bien informados de lo ocurrido, lo que resultaría inaceptable teniendo en cuenta que numerosos vecinos habían presenciado los hechos; o, lo que resultaría aún más grave, ignoraron los hechos para explotar más a fondo sus prejuicios e intenciones descalificadoras.
                ¿No hubiera sido más lógico que el portavoz del PP o cualquiera de sus compañeros de grupo se hubieran puesto en contacto con nuestro compañero José Carlos?  ¿Es que anticipaban que no les gustaría lo que iba a contarles porque les chafaba su discurso elaborado previamente? ¿Actúan movidos por la ansiedad de “desgastar” al equipo de Gobierno a toda costa?
                En democracia hay una serie de líneas rojas que no deben traspasarse en la defensa de las ideas y los planteamientos políticos. Una de las más delicadas es el tratamiento de la violencia, su explotación con fines partidistas. El liderazgo estatal del PP condena, con razón, a quienes practican esa perversión de la acción política que consiste en equiparar verdugos y víctimas, agresores y agredidos. Sus correligionarios en este ayuntamiento no han demostrado la misma agilidad en identificar, denunciar y condenar políticamente a los primeros y mostrar su solidaridad cívica con los segundos.
                Al día siguiente, después de una conversación con el concejal agredido que tardó demasiado en producirse, los portavoces del PP de Bustarviejo decidieron rectificar. Es de agradecer que reconocieran la necesidad de hacerlo, quizás porque advirtieron la gravedad del patinazo. No obstante, el resultado fue decepcionante. En su segunda comunicación sobre la agresión, la oposición municipal admite que el agresor fue el vecino y que el concejal actuó de forma correcta y responsable, por lo que, ahora sí, le ofrecían su simpatía y solidaridad.
                Pero, sin embargo, a los dirigentes populares les debió parecer demasiado reconocer que se habían equivocado. En una cabriola dialéctica incomprensible, atribuyen el error al “silencio” del equipo de gobierno y se permiten dar una pequeña lección de democracia. Es decir, que insisten en repartir cargas, con la única intención de aprovechar de nuevo el incidente para desgastar o criticar al gobierno, venga o no a cuento.
                El PSOE considera que el equipo de gobierno actuó dónde y cómo debía hacerlo: poniendo en conocimiento de las autoridades competentes lo ocurrido, sin caer en la tentación de crispar el ambiente ciudadano ni hacer un circo de lo ocurrido.
                Durante la celebración del Pleno celebrado el 1 de julio, el portavoz del PP en el Ayuntamiento demostró escasa templanza al expresar dudas sobre la naturaleza del pacto de gobierno entre el PSOE e IU. Sus intervenciones estuvieron dominadas por un tono de superioridad y paternalismo. Creemos que su estilo es poco productivo, pero a él le corresponde analizarlo y, en su caso, mantenerlo o modificarlo. Pero otra línea roja que no debe traspasar es la confundir a los ciudadanos difundiendo versiones claramente erróneas o manipuladas de incidentes relacionados con actos violentos.
                El portavoz del PP, que gusta de resaltar abiertamente la “inexperiencia” del equipo de gobierno, debería saber que cuando no se puede mejorar el silencio lo mejor es callar, preguntar, ponerse del lado de los agredidos y pedir explicaciones y cuentas antes de disparar acusaciones infundadas. El cargo público hay que dignificarlo en todo momento, no sólo cuando es uno el que lo ocupa. Es un modesto consejo de estos “inexpertos” servidores de los intereses públicos.