2 de Agosto de 2015
El
Pleno municipal de este mes de julio era la primera ocasión para comprobar el desempeño del
nuevo equipo de gobierno y la actitud del resto de grupos políticos en el
arranque de este nuevo periodo de gestión del Ayuntamiento.
Los concejales de la AVB demostraron un desempeño dubitativo, vacilante, carente de ideas claras sobre las líneas de actuación del gobierno. Les traiciona su empeño obsesivo por no resultar contundentes, por demostrar que quieren contar "con todos" y por no enfadar (aunque esta preocupación sea cada vez más selectiva).
La
sesión fue tediosa, durante la mayor parte de su desarrollo. La irritante
actitud del 'no-portavoz' del Grupo Popular, lejos de añadir interés,
contribuyó a hacer por momentos insoportable el Pleno.
La
búsqueda del consenso es positiva, pero ningún gobernante de una gestión pública
se puede escudar en ese requiebro de corrección política para eludir sus
responsabilidades. Una cosa es contar con las opiniones, valoraciones e ideas de
los demás y otra muy distinta es, ante cualquier pregunta, demanda o
explicitación de políticas, responder que "no lo sabemos, se agradecen
propuestas". La sensación que deja el Equipo de Gobierno con demasiada
frecuencia es de escapismo, de elusión de responsabilidades, de evitación
reiterada de desgaste, de levedad. Cuando no, de falta de ideas.
En este
escamoteo de la ineludible tarea de gobernar, de tomar decisiones, de elegir
entre una opción u otra, de afrontar las consecuencias que la defensa de los
intereses generales pueda comportar, la AVB sólo parece dispuesta a hacer una
excepción. No tiene tantos reparos para deslizar o insinuar reproches o
críticas veladas hacia el anterior gobierno.
Pero no
nos engañemos. No puede interpretarse esta desviación puntual de su conducta
general como una muestra de coraje. Por el contrario, quienes ahora
supuestamente dirigen el Ayuntamiento reservan sus criticas o posicionamientos
más comprometidos en contra de sus antecesores no para marcar con más claridad
sus políticas o para perfilar su proyecto de gobierno. Lo hacen para protegerse
del peligro de una oposición más dura y destructiva: la que representa el Grupo
Popular, que todavía no se ha desprendido de su disfraz conciliador.
LA
ENGAÑOSA COLABORACIÓN DEL PP
En el
pasado Pleno, el no-portavoz del Grupo Popular, en su habitual desenfreno de
vanidad y petulancia, quiso monopolizar la escena, con una inaceptable retahíla
de preguntas, pero sobre todo de preámbulos, circunloquios, explicaciones y
demostraciones de experiencia con la que ya nos martirizó en la legislatura
anterior.
En su
obsesiva necesidad por demostrar su sapiencia en el oficio, el no-portavoz
ninguneó a su propio portavoz-fantasma, sin privarse de algún guiño irónico
sobre su indecisión o falta de preparación de los asuntos.
No
resulta aceptable, bajo ningún concepto, que uno sólo miembro de la
Corporación, sea el que sea, pretenda monopolizar el uso de la palabra. En
cualquier institución donde se exprese la representación de la soberanía popular
hay normas y reglamentos que garantizan un reparto equitativo y razonable del
tiempo. El Alcalde no supo, no quiso o no pudo impedir el comportamiento
ególatra del no-portavoz popular. Se le puede disculpar, si es que resultó
sorprendido o desbordado. Pero no hay excusas para que la plúmbea demostración
del 31 de julio vuelva a repetirse.
La
relación de guante blanco entre la AVB y el PP es engañosa. Confiamos en que
los concejales de gobierno y sus seguidores, en el fondo, lo adviertan o lo
sospechen. De lo contrario, sería inquietante. La aparente actitud conciliadora
o comprensiva exhibida por el no-portavoz popular en el Pleno tiene trampa. Y no
es muy profundo el escondite. Asomó continuamente en su discurso con
advertencias reiteradas de caducidad. El mensaje, más allá del falso
engolamiento paternalista, estaba claro: "O pasáis por el aro, o
palo".
Esta
parece ser la clave de esta legislatura que acaba de iniciarse: se apunta un
gobierno bajo tutela negativa. El Partido Popular de Bustarviejo, que daba por
segura su victoria electoral, se ha visto 'condenado' (así lo viven algunos de
sus dirigentes) a un tercer periodo de oposición. Demasiado para quienes sólo
conciben la política desde la atalaya del poder. Su estrategia es clara:
presionar para condicionar decisivamente las decisiones del gobierno. No se
trata de gobernar "en la sombra". El PP quiere que se note quien
manda. O quien sabe y puede mandar. Quizás no descarte incluso tomar el
gobierno, si las condiciones empeoran y determinadas cuestiones aún pendiente
no se resuelven satisfactoriamente. Por ahora, no diremos más. A buen seguro, tendremos
que volver sobre ello.
LA
INDEFINICIÓN ES INSOSTENIBLE
La AVB
no aceptó una oferta de la coalición PSOE-IU para asegurar una mayoría
progresista en el pueblo que consolidara el trabajo de los últimos ocho años.
Es su derecho, pero también su responsabilidad. Si el Equipo de Gobierno cree
que agradando a los exponentes más reaccionarios del pueblo van a zafarse de
los habituales zarpazos del que tanto gusta su desmandado no-portavoz, cometen
un grave error.
La
indefinición no tiene recorrido. No lo tiene para quienes esperamos una
profundización de las políticas de progreso, responsabilidad y justicia. Ni
tampoco para el PP, que tardó una semana en preparar la lista de exigencias al
nuevo gobierno, para justificar la contundencia de su respuesta sino no son
cumplidas. La "luna de miel" morirá con las fiestas.
En fin,
para empezar a analizar los asuntos concretos y relevantes de la gestión parece
que habrá que esperar al otoño. A estas alturas, el anterior Equipo de Gobierno
ya había perfilado decisiones importantes y no precisamente menores. Antes de
las fiestas se había analizado en profundidad la pavorosa situación económica y
se habían diseñado los criterios rectores del Plan de Ajuste, se habían
adoptado las primeras medidas responsables de rigor en el gasto y se había
respondido con claridad a demandas de intereses particulares. Por supuesto, el
ahora no-portavoz y entonces mega-portavoz del Grupo Popular no necesitaba
vestirse de lagarterano comprensivo para disimular su condición: sabía que no
podía engañarnos.