25 de Junio de 2015
El flamante gobierno de
Bustarviejo nos ha causado la primera decepción. La AVB promovió una reunión con todos los grupos políticos
municipales para acordar la colocación de la bandera del orgullo gay en la
balconada del edificio del Ayuntamiento.
La impresión inicial es que la
AVB defendía la realización de este gesto en prueba de solidaridad con este colectivo, cuyos derechos
han sido desconocidos e incluso perseguidos hasta hace bien poco; todavía hoy
no están en absoluto garantizados, debido a resistencias sociales y
oportunismos políticos.
Pues bien, en vez de adoptar con
firmeza una posición de defensa de derechos y aceptar los votos de la Coalición
de izquierdas para asegurar una mayoría en el Pleno municipal, los dirigentes
de la AVB se escudaron en la posición contraria del PP y de UCIN para retirar
la moción y sustituirla, en una maniobra de dudosa e inoportuna compensación, por
una Declaración plenaria que contara con el respaldo unánime de todos los
grupos. Decisión conveniente, pero no suficiente.
El consenso es positivo en
términos generales, pero no puede ser la única referencia para adoptar
decisiones y promover políticas. La defensa de derechos no puede estar
condicionada o convertirse en rehén de posiciones políticas, por respetables
que sean. Si fuera así, no se hubiera avanzado en los últimos decenios en la realización
de derechos de ciudadanía.
El compromiso con la libertad y
los derechos de los ciudadanos debe adoptarse de forma combativa y firme y no
dejarlo al albur de vetos o chantajes políticos. Cuando, además, se cuenta con
mayoría, democrática y legítima, hay que emplearla sin timidez ni complejos en
favor de los desfavorecidos, perseguidos o negados. La AVB no ha parecido comprender este
principio básico, no ya de una política de izquierdas, sino de lo que
constituye ya parte del corpus básico de la conciencia cívica democrática.
La posición del PP para oponerse
a la colocación de la bandera del orgullo gay en la baranda del edificio del
Ayuntamiento lo hemos conocido los vecinos por el Julio de Mateo, anterior
portavoz del Grupo Popular, supuestamente autorelegado ahora a un papel más
discreto.
Dice el conspicuo ex-Alcalde:
La bandera de
un colectivo concreto, sea la que sea, no es la bandera de todos, es la de ese
colectivo concreto, y excluye a otros. Prestar el balcón para poner la bandera
de un colectivo concreto, incluso por un tiempo concreto, abre un debate
innecesario y puede incluso molestar a otros. Nosotros por eso dijimos, que NO.
El argumento está construido
sobre un sofisma. Es decir, es hábil, pero algo tramposo. La colocación de la
bandera no implica el desplazamiento, ni siquiera temporal, de las otras
insignias constitucionales. No se trata de sustituir ocasionalmente las
“banderas de todos” por las “banderas de unos cuantos”. El PP no profundiza en
el sentido profundo del gesto, quizás porque, en el fondo, no cree en él, o no
está dispuesto a acarrear con el desgaste que pueda generar la “molestia de
otros", como se reconoce abiertamente en el texto explicativo de su
posición.
Constituye ya una práctica
generalizada que la gran mayoría asuma como propios, simbólica o
declarativamente, las condiciones o símbolos de una minoría, para de esa manera
mostrar activamente su compromiso en la
defensa activa de unos derechos conculcados, atacados o no reconocidos. Ha
ocurrido con las víctimas del terrorismo o de la violencia doméstica, con los
inmigrantes “sin papeles”, las minorías étnicas perseguidas, etc. Estas
manifestaciones son ya una referencia habitual de los ciudadanos más activos en
la defensa de los derechos humanos.
La mayoría levanta, enarbola o se
adhiere a una bandera (o a un símbolo) y la hace suya, aunque no lo sea,
precisamente para remarcar que, por tratarse de una minoría, no tiene menos
derechos. En cuestión de derechos, no hay minorías: todos somos o debemos ser
iguales. En un acto de solidaridad, por tanto, la bandera de unos cuantos se
convierte en la bandera de todos, porque los derechos de un colectivo, durante
tanto tiempo escamoteados, son tan importantes como los derechos universales.
Que la bandera del orgullo gay
ondeara junto a las banderas constitucionales u oficiales en la baranda del
principal edificio municipal no supone, en modo alguno, un desplazamiento de
legitimidades. En realidad, no es una bandera sino una enseña. La Arco Iris no
“compite”, no discute su espacio político a la municipal, la comunitaria, la
española o la europea. No es un símbolo de una realidad territorial o nacional,
sino la expresión de una aspiración universal a la igualdad de trato, de
elección, en este caso de orientación y disfrute de la sexualidad.
Algunos ejemplos son reveladores.
Durante el día mundial del SIDA, las televisiones hicieron colocar en pantalla
junto a su logo (la famosa “mosca”), el conocido lazo que simboliza la lucha de
los afectados por esa enfermedad en favor de un tratamiento adecuado y en
contra de cualquier forma de estigmatización social.
En coherencia con ello, la
decisión de acompañar la “bandera arco iris” a las legales u oficiales sería,
simplemente, la expresión de un mensaje claro: que los representantes de los
ciudadanos están dispuestos a afrontar el riesgo de defender a las minorías
para hacer justicia a los principios universales que nos amparan a todos.
Eso es justamente lo que se ha
hecho en otros Ayuntamientos donde se han abierto expectativas esperanzadas de
cambio y renovación social, como Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, La
Coruña o Cádiz. Desgraciadamente, en Bustarviejo, no.
Ni el temor a “molestar” a
algunos, ni la negativa de una oposición conservadora, ni confusas y mediocres
invocaciones legales deberían haber intimidado al grupo mayoritario del
Ayuntamiento. En la primera oportunidad que han tenido de hacer valer una
posición valiente en favor de valores progresistas, los concejales de la AVB
han vacilado y se han replegado. Confiemos en que no repitan el error y sepan
hacer honor a la aspiración de transformación que ha depositado en ellos tantas
esperanzas. Siempre contarán con nuestro apoyo si toman ese camino.
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