El PP de Bustarviejo está atrapado
en la ira, la frustración y la falta de argumentos.
En su “resumen” del Pleno de mayo
vuelcan el malestar que arrastran desde hace dos años. En mayo de 2011, una
‘marea azul’ otorgó a los populares un dominio casi absoluto en la Comunidad de
Madrid. En cambio, los vecinos de Bustarviejo no concedieron a la candidatura
municipal la capacidad de gobernar. Los partidos de izquierda obtuvieron un
concejal más y, ante la irritación de los ediles peperos, tardaron sólo unas horas en ponerse de acuerdo sobre la
conveniencia de gobernar con un programa que diera una solución justa y
equilibrada a la deuda generada durante tres lustros de gestión conservadora.
De esa incapacidad para asumir
las reglas de juego democráticas cuando no les benefician vienen estos ‘lodos’ con
los que el Grupo Popular se empeña en ensuciar la vida política municipal en
los últimos dos años.
A falta de argumentos, descalifican. El
portavoz del Grupo Popular no se contenta con perder los papeles con excesiva
frecuencia y exhibir un lenguaje corporal agresivo. Acude a insultos para
aplacar su irritación porque no se hacen las cosas a su manera. Y cuando se le
replica, porque todo tiene su límite, se hace la víctima y reproduce el discurso
del “despotismo”, la “alcaldada” o el “autoritarismo”.
No sabe lo que dicen los
portavoces del PP cuando hablan de "despotismo". Hay males que se
remedian leyendo.
El portavoz del Grupo Popular no
fue un alcalde ejemplar, precisamente. Después de tres legislaturas de la
derecha, en los cajones del Ayuntamiento quedó una deuda cercana al millón de
euros. Eso en el periodo de mayores ingresos municipales por el insensato
frenesí del ladrillo, uno de los principales factores de la actual crisis
económica y financiera de España.
A pesar de este currículo más que discutible,
el señor de Mateo se dedica continuamente a dar lecciones de cómo se debe
gestionar. En sus interminables intervenciones se repite y se repite,
seguramente con la desesperada intención de recuperar el hilo. Su arrogancia
resulta irritante. El equipo de Gobierno ha sido enormemente tolerante con este
comportamiento, en la creencia de que terminaría avergonzándose o, al menos,
fatigándose. Pero lo cierto es que, como carece de base sólida para sostener
sus contumaces descalificaciones, sólo puede asirse a ese estilo de controlar
la labor de gobierno.
Como se ha señalado en entradas
anteriores, la actitud destructiva del PP no daña al equipo de gobierno. Eso es
institucionalmente reprobable, pero forma parte de cierta manera de entender la
política. Lo peor es que perjudica seriamente las oportunidades de mejora del
municipio. Y esto es lo que los concejales populares más temen, porque les
destroza la pose de "salvadores del pueblo".
En siguientes entradas
desmontaremos, una por una, algunas de las acusaciones enrabietadas del Grupo
Popular.
En Bustarviejo, el PP no hace
oposición: lo que hace es demolición. O lo intenta.
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